miércoles, 10 de agosto de 2011

LUCHAR NO ES EN VANO.




Soy Ricardo, me dicen pelón, ese sobrenombre me lo puso mi mujer, mi amada, Alejandra, con ella quiero construir todo, con ella soy inmune a los disparos desvergonzados del mundo, ella es mi aceite ante los prejuicios, ella es para mí mucho más de lo que algún día imagine, pero las cosas no siempre funcionan como uno piensa, el amor no siempre es dado en porciones iguales, y aunque la cordura ya no me acompañe, Alejandra seguirá siendo la mujer de mis sueños, por eso luchare, cueste lo que cueste.
Tratare de no explayarme mucho, tratare de plasmar en unas letras lo que el amor es capaz de hacer, de la magia que puede producir y de la pena sostenida que tapa un alma. Llevaba mucho tiempo con ella, mujer negra, pechos morados, medida ideal, cuerpo a mi orden, no le podría a ver sacado nada, ni puesto tampoco, ella había nacido para mi, cada centímetro era un regalo de Dios para mí y para mi boca, sus dedos transformaban mi cuerpo en madera refulgente, nuestros maromas eran momentos celestiales (podría escribirle un libro), y mis ojos por mucho tiempo solo se limitaban a mirarla en todos lados he imaginar nuestros encuentros. Así mucho tiempo, así la pasamos, hasta aquel momento en que el pasado piso fuerte, y la vida que antes era desconocida volvía a hacernos estragos. Comprendía que no siempre estaría en una burbuja, y mi tolerancia hacia posible que en una pelea saliéramos airosos en algún motel santiaguino haciendo las paces como Dios manda, pero esto era más difícil, era complicado al extremo, porque las dudas se instalaron donde las certezas eran una constante, veía que aunque pase el tiempo, el pasado golpea cuando uno menos lo quiere y nos recuerda que todo queda aunque lo neguemos.
Había vuelto “el”, le diremos así (“el”), para no soltar epitafios como el maricón, el rival o el csm. así es mejo. Bueno volvió el, después de dos putos años, ¿a qué? no lo sé pero solo estropeo algo que yo creí tener seguro, obviamente nada en esta vida es tan seguro como lo pensamos y yo tenía que entenderlo de esa forma, Alejandra comenzó a ponerse rara, como nunca, empezó a justificar cosas innecesarias, el amor no era tan fuerte como pensaba y todo se fracturo con una facilidad inimaginable.
El había llegado para quedarse y no hacía más que distanciarnos, las caricias ya no estaban, esas llamadas a la media noche no existían, las miradas cómplices en medio de una comida familiar que terminaban en mi cama ya ni aparecían, todo por “el”. Mi dolor se hacía grande, no encontraba consuelo en nada, hasta pensé que con la ley del clavo podría reparar algo en las noches con los amigos, pero nada, quise intentar llamar a mi ex, busque algún consuelo pero nada hacía que amenguara este sentimiento weon de perder lo que uno más ama y que se te valla en tus narices sin hacer nada y siendo un mero espectador.
Me sumergí en un letargo eterno, muchas veces me volqué a unos vasos de whisky para ver si por un momento su figura se apartaba de mi pensamiento, me fume hasta esos sentimientos weones que no quieren irse y se te pegan al alma, rasguñaba mi tolerancia a quererla de vuelta, aun sabiendo que “el” ya la tenía otra vez entre sus brazos, maldije mil veces ese amor para arrepentirme en unos minutos y gritar su nombre en medio de la nada, pero no había nada, solo su cuadro pegado en la pared que me recordaba esos momentos que se mancharon con el pasado.
No lograba entender mi cobardía por no luchar por algo mío, como podría haber caído en este hoyo y no ser capaz de salir a buscar entre la tundra a mi mujer, y arrebatársela al pelafustán que solo quería unos polvos pasajeros, y aun mas, no comprendía como uno puede ser tan sublime a esas cosas. Me arme de valor, y aunque no lo quisiera mi mente, emprendí rumbo hacia ella.
La espere fuera de su trabajo, como tantas otras veces, con la diferencia que ahora no era para perdernos por ahí, si no que era para dar lo último de mi, ser claro con mis palabras y no perder esta guerra sin que ella escuchara mi verdad, para ver si así causaba algún temblor interno que moviera sus ojos y así pudiera ver el maldito error que estaba cometiendo. Dos minutos antes de que ella saliera llego “el”, con su porte modelistico, con su ensalada de dientes a destajo y comprendí que no era más que yo, también pensé que no podía pelear por una mujer, que no podía hacerlo y que si ella lo prefería seria bajo su voluntad. Aunque tuve unas ganas tremendas de que saludara a mis nudillos me contuve bien hasta que ella saliera y me fuera raudo sin mirar atrás. Al salir ella lo primero que hizo fue ir tras sus brazos (y confieso que ha sido lo más fuerte que me ha tocado vivir), quizás hasta ese momento creía que en sus ojos podría encontrar esas respuestas pero solo encontré eso, al voltearse me vio y su rostro cambio por completo y era que no, si delante de ella estaba yo o lo que quedaba. Me acerque rápido y sin titubeos le dije al oído “nadie como yo en tu vida, ni por muchos polvos baratos, y cuando me necesites ahí estaré porque te Amo”, confieso que fue un grito sordo de amor, confieso que saque todos mis llantos y penas en ese momento, me libere de toda esta mierda que me estaba destruyendo por dentro, y me fui.
Ese día trate de desaparecer del mapa, no estaba para nadie y tenía que superarlo de una buena vez, tenía que entender la utopía que se esconde detrás del amor, y los sentimientos temporales que produces, la demagogia del amor eterno y de la fidelidad dentro de una relación.
Me encerré en mi departamento, creo que fueron dos o tres botellas las que estaban sobre mi mesa, puse Linger unos 100 veces y escuche en mi teléfono esos mensajes de voz que me dejabas a las 3 de la madrugada. Tenía que enterrar a esa mujer a como diera lugar, y entre mi borrachera no habían razones ni personas, solo pena y mis mejillas blandas de tanto llorar. Lo que nunca imagine era que con la copia de las llaves la vería entrar a las horas por mi puerta, y aunque hubiera estado muy borracho, nunca perdí la memoria y recuerdo perfecto como llegaste.
Yacía tirado en mi sofá, me tomo fuerte de la cabeza y me pedio que reaccionara. –Que mierda haces aquí- –Ándate de mi casa, déjame- te dije sin pensar. Obviamente haría caso omiso a lo que dijera, me miro fijo y me pedio perdón, me pedio que no la echara, que todo hubiera sido un error, que era yo a quien amaba, que por favor permitiera que volviéramos. Me llevo a la ducha y el agua fría me hizo reaccionar, pude comprender que acusaste recibo con las palabras que te dije, estabas donde siempre quise, aunque me reusaba a creerlo, el amor termino venciendo, y lucha en vano que pensé lidiar la había ganado. estabas ahí, era lo importante, desde el vientre tus pecados los perdonaría, este era uno más, quería solo amar, quería solo amarte.