viernes, 8 de julio de 2011

CURVAS PELIGROSAS

CURVAS PELIGROSAS


Por fin pude terminar el maldito artículo pendiente, justo a tiempo, jamás me he atrasado pero estas últimas semanas han sido un poco movidas, pero justo a su tiempo llego la guinda de la torta, transformada en una mujer de veintitantos, viajera y libre.
¿Como no podría escribir de todo lo que Viviana me empapa?, si es casi como que supiera que la escribiría y la describiría en el artículo.
¿¿Es mal mirado una mujer liberal, política y con opinión en el siglo XXI?? Era el título de mi artículo., Recordé tiempo atrás cuando por esas cosas de la vida me llego la invitación a un nuevo libro, la nueva editorial de un amigo lanzaba una obra de un historiador, sobre la vida y obra de Huidobro, y como sabía lo que me gustaba su obra, no dudó en enviarme la invitación.
Lo que no estaba en los planes era que al llegar allá, el Historiador, sería más que eso, sus pechos dejarían en claro ese día que la noche seria larga y se hablaría más que de libros, más que de poesías, más que de piernas y pechos.
Montserrat, una buena escritora, pintora, cientista política e historiadora, era la típica mujer adelantada para aquellos años en Chile. Radicada en New York era una verdadera eminencia para la típica mujer frígida chilena que aún nos rodea en éste siglo, y un verdadero torbellino para los hombres precoces que frecuentan pasar por la calle.
La presentación estuvo entretenida, el intro lo hizo Javier (mi amigo, que a esas alturas estaba de más), después vino un nuevo poeta local y a continuación ella.
Creo que de un principio se percató de la forma en que la miraba y dónde la miraba, movía sus labios con un cuidado único, tratando de no dejar ninguna palabra a medio terminar, demostrando el dominio de su inglés y haciendo alusión a los años de estudio del vate Huidobro.
Creo si mal no recuerdo, que fueron unas ocho veces que se humedeció los labios, cuatro en las que se movió el pelo de la cara y unas mas en las que cruzó las piernas.
No hallaba la hora de que tanto discurso terminara y pudiera sentir su respiración frente a la mía cuando le pidiera que me dedicara el libro.
Ella entendía el juego y solo atinaba a seguirlo, como buena gringa adoptada, lo hacía con tal disimulo que nadie lo sospechó.
Ya habían pasado más de dos horas, quería ser el último en la fila, me topé con un ron con mucho hielo y me armé de fuerza, sabiendo que iba sin nada en las manos, solo con un coqueteo barato a distancia y con más de treinta personas rodeándome.
Buenas tardes señorita, tengo unas ganas insaciables de leer tus letras pero no lo quiero hacer sin que dejes tu marca en mi libro- le dije.
Ella me miro, sonrío y me dijo, Montserrat, mucho gusto y tú eres…, Ricardo, un triste poeta y columnista.
La conversa fue de menos a más, me firmo el libro y yo el muy pavo nunca leí lo que ahí decía hasta un buen rato más, cuando ella ya compartía con otras personas que ahí se encontraban.
Hotel Plaza, depto. 805, era como empezaba y terminaba con un imaginario, veamos qué pasa.
La miré a la distancia y sonreí, ella coqueteó con sus ojos hermosos y siguió con sus conversas por el salón, yo me acerqué a Javier y le dije que hoy no saldría con él al after, si no que tenía una cita oculta con una mujer oculta, él como buen periodista, no tardo tanto en darse cuenta de que señorita se trataba y me miro de inmediato con esa cara de torpe, queriendo advertirme en lo que me estaba metiendo.- Weon, ella es una mujer adelantada, ten cuidado, esa morena se las trae, espero que mañana termines bien y cuando te llame me des la exclusiva-
Eres un maldito pervertido Javier, le dije, a los que reímos un buen rato.
Ella se perdió entre todos, entre los cigarros y risas del salón, asumí que ya había partido rumbo al Hotel, me apresuré a terminar la última copa y a despedirme de Javier lo antes posible. Tomé el auto y emprendí raudo hacia el hotel, estacioné como nunca dentro de él y llegué como si nada a la recepción. Departamento 805 por favor- le dije a un caballero engominado hasta las cejas.- Don Ricardo aquí tiene las llaves y una nota, la señorita Montserrat dijo que subieras-, ¿¿Qué?? ¿Las llaves? Bueno será- ahí recién entendí en lo que me estaba metiendo, Ya no era pagar la noche en recepción, y que a la pieza llegaran con dos copetes y una caja de preservativos, esto iba mucho más allá, estaba con una mujer Chileno-Americana, desinhibida, capaz de todo.
Subí al asesor y leí la nota: “espero no equivocarme y que esas miradas quisieran lo mismo que yo…te espero”. Y mi cara estaba a punto de caerse a pedacitos, quería salir corriendo, porque era como una invitación a la muerte, no estaba preparado a morir en las manos de una mujer que había tomado la cultura norteamericana como propia, mi orgullo estaba por el suelo pero ya estaba ahí y tenía que asumir que la noche sería mucho más que un polvo, sudor y gemidos, si no que iría mucho más allá, frases, críticas, y una conversación de esas de alcobas, una en el edredón.
Abrí la puerta que ya tenía un lindo cartel que decía “No Molestar”, ya me sentía en la mejor película gringa, viendo como una chilena me enseñaría algo culturalmente-sexual, distinto a lo que conocía.
Entré a un comedor de un departamento de muchos metros cuadrados, la llave de la ducha a todo lo que daba y ella dentro, no atiné a nada, solo a mirar su computador que estaba abierto en el escritorio, alcancé a leer unas cuantas críticas que hacia sobre el sistema capitalista y sobre la importancia de que la derecha no volviera a conquistar el país.
-eso lo tengo que entregar mañana a primera hora, es para un reportaje para un diario gringo- y mi vista giraría cual soldadito de plomo chileno y ahí ella, con una bata, sin nada bajo ello, el pelo tomado, mojado, y unos lentes rojos, llenos de pasión.
Se ve interesante, le dije, tienes que enseñarme cómo lograr ser todo lo que tú eres, para entenderte.
Siéntate acá y espérame, mira que tengo que terminar esto. Me besó con esos labios humedecidos, se volteó y se sentó a terminar como si nada pasara, sin prestarle esa atención que nosotros le tomamos “el” momento para estar solos, como no sintiendo esa presión de disfrutar del sexo, como los ansiamos los chilenos culturalmente normales, y santiaguinos por adopción que hacemos todo rápido, como que el tiempo se nos acabara. Ella no, guardaba el momento muy bien y disimulaba todo.
Me filtré por su bata y logré ver más allá de su cuello, su pecho era un muy buen argumento para seguir ahí, no lograba tranquilizarme pero entendí que esa noche se haría todo a otro ritmo, sabiendo que estaba con una mujer distinta, de opinión, capaz de escribir un libro completo y estudiar a un personaje tan disperso como Huidobro (y ya eso era merito para un Oscar), así es que aguarde el momento pero sin quitar mi vista de sus pechos y sus piernas.
–Prefiero seguir escribiendo, porque mis manos si te tocan se van a quemar- me dijo, y ahí entendí que el articulo ya estaba listo, lo envió con prisa y no se paró, solo se giró en la misma silla, sacó el pinche que cuidaba de su pelo húmedo y me invitó a acércame a ella, se abalanzó sobre mí, saqué sus lentes y los arrojé sobre el sillón y ahí empezó la verdadera fiesta de esa noche, la presentación personal del libro y de la escritora, una historia que sabía que algún día me serviría de verdad.
Comenzó todo lentamente, toqué sus muslos largos, mientras besaba su cuello, ella gemía en mi oído y causaba una calentura tremenda en mi, nos besamos locamente, su boca estaba extasiada me guiaba y no demoro en sacarme la camisa, y ahí pude sentir el calor que adornaba como cuadro el lugar, saqué su bata, y pude entender lo magnifico de esos pechos, duros, eternos con pezones rosados que podían llevar a cualquier persona hasta la luna.
Tomó unas fresas que posaban en la mesa del costado y empezó a jugar con ella, hurgueteó no sé cuantos momentos con ella por su cintura, la frotaba sobre sus pechos, invitándome a comer de ellos, pero no sé de donde saqué ese “detente” que en otros momentos tanto añoré y me limité a mirarla, ya a esa altura el calor era sofocantemente placentero en la habitación.
La cogí junto a mí, la besé y sentí como sus pechos ardían de calor junto a mi pecho, mis manos bajaron hasta más allá de su cintura y toqué la eternidad, rocé con mis dedos su goce, sentí como se mojaba, mientras ella devoraba cual lobo, mi cuello.
Pudimos llegar al final hasta la cama, tocándonos, comprendiéndonos y enarbolando frases por todo el lugar, se posó sobre mi y sus movimientos no hacían más de volverme loco, sus pechos apretándose contra sus brazos que tocaban mi pecho no tenían otra misión más que exagerar la hermosura de éstos y para mi boca no era más que una excusa para besarlos y morderlos.
Bajó, no sé cuantas veces, llego hasta más allá que muchas otras puterias mías. Yo por no ser menos conocí ese jugo sabroso que guardan en su interior las mujeres y disfrute cada segundo, jugamos no sé cuantas veces y fuimos uno solo por no sé cuantas horas, el reloj avanzaba lento, y rogaba que se detuviera ahí y no forzar la despedida que ninguno de los dos queríamos, nos formamos poemas salidos de ese mismo instante y pude comprobar que la poesía no es más que el tiempo culmine de momentos placenteros del corazón.
Después de haberme ido más de dos veces, ella tomó un cigarro y fumó junto a mí, decidí no seguir con la guerra absurda de abstenerme a estas cosas que nos hacen distintos a los demás mamíferos y nos quedamos juntos hasta que el sol quiso que terminara este seudo mundo, nacieron muchos poemas, nacieron muchas frases y no sé cuantas utopías, ella solo me besaba de vez en cuando y seguía escribiendo no sé yo qué, porque ha estas altura me importaba la nada misma, más que seguir tocando sus pechos y seguir con la caravana hormonal provocada por una gringa adoptada y este roto chileno


BÉSAME

Creí por un momento en el amor,
Y sentí como formaba algo aquí
Como se siente lindo el interior
Como por eso me puse a escribir.

Cabellera morena y bella,
Desprendida y delicada
Aquella cabellera.

Coge mi vientre que yo cojo el tuyo
Escóndelo y ábrelo cuando prefieras,
Come de mí que yo como tu fruto,
Ámame hasta cuando quieras.

Bellos contornos pasan por mis ojos
Vientre de luna, amarga ironía
Con un soplido desnudo tu torso,
Llenas mi espacio de alegría.

Hoy danzará mi cuerpo al vaivén de tu cuerpo
Enredado en tu pelo
Te siento tu pelo crespo
Y sin más temor bajo hasta tus pechos.

Ofrenda del cielo, luz en mi camino
Saboreemos del cáliz que nadie a de beber,
Mantén tu sigilo, tiéntame tranquilo,
Gocemos temblorosos los vasos de nuestro ser.

El momento de placer que tú me brindas,
Con tus curvas sensuales,
Flores dulces doradas,
Amor nuestro, amor de manantiales.

Mujer ven y encántame un poco
Ámame y bésame ahora
Siente como por tu placer me vuelves loco
Ámame sin descansar antes de que caiga la aurora.

Quiéreme dulce mujer,
Ámame y bésame llena de calor,
Bésame inúndame de placer,
Hazme como tú sabes el amor.

Quédate a mi lado y come, siente mi aroma,
Peca junto a mí y después suavemente
Recorramos tu loma,
Y así nuevamente,
Y así nuevamente.

Enredado estoy en tu pelo,
En tus curvas de plata,
Me dejo caer en este sueño,
En tu piel escarlata.

Y no has de pensar, mas el instante junto a mí,
Y en un minuto paremos en nuestras blancas huellas,
Llena mis rincones de tu salvia, todo de ti,
Deja que el momento nos lleve donde quiera.

Mujer ven nuevamente y bésame
Bésame toda la noche,
Ámame hasta quererme
Y que esta noche
No acabe en una noche.

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